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Artículo: «¿Quién es el Sócrates de Platón? Una lectura de la Apología de Sócrates»

La Oficina de Arte y Ediciones publica el volumen colectivo La Historia y la nada. 14 ensayos a partir del pensamiento de Felipe Martínez Marzoa (Madrid, 2017), con un artículo mío en él: «¿Quién es el Sócrates de Platón? Una lectura de la Apología de Sócrates».

Se plantea una interpretación de la Apología de Sócrates a partir de un acercamiento general a la obra de Platón que tiene muy presente el marco hermenéutico que propone Felipe Martínez Marzoa en su Ser y diálogo. La lectura que se desarrolla se centra en destacar el peculiar carácter de este «diálogo», próximo al monólogo. Un monólogo peculiar, sin embargo, donde hay un «tú» o un «vosotros» permanente (los atenienses) que no habla pero sí que emite una respuesta ante las sucesivas intervenciones de Sócrates: tras su primera intervención, el jurado le considera culpable del delito que se le imputa, y tras la segunda, se dictamina la pena de muerte como castigo.

El primer tramo del diálogo consiste en la respuesta socrática a la acusación que le convoca, que él mismo distribuye en dos frentes: el primero, lo que denomina «la acusación antigua», es el corazón del problema, pues el segundo, la acusación reciente, la acusación explícita que se ha interpuesto contra él, depende enteramente del primero. De hecho, el segundo será rápidamente despachado por medio de una conversación con Meleto. El primero, repito, es la fuente de los problemas, y lo que se desprende del texto es que el contenido de esa acusación no se basa en nada, sino que es efecto de lo que el propio Sócrates hace o es. Lo que hace Sócrates, por lo tanto, en este primer tramo es defenderse de sí mismo, explicar lo que él es, no lo que aparenta ser. Y la complicación del asunto es que él mismo es establecer esa distinción, ejecutar esa distancia entre ser y aparecer, de suerte que él propiamente no tiene lugar. Las referencias así pasarán entonces a formularse bajo el régimen discursivo de lo divino (el oráculo, el tábano, etc.). De ahí que la siguiente parte del texto, el establecimiento de la pena a Sócrates y el discurso final, no será más que la constatación de un fracaso que no podía no serlo: la defensa de Sócrates genera el mismo problema que motiva su acusación. La distancia no puede situarse ni asumirse.

Hemos visto que comenzaba poniéndose de relieve una situación inicial en la que Sócrates aparecía ante la pólis como algo que no era. El discurso de defensa socrático rompe con la identidad entre aparecer y ser, señalando así la necesidad de distinguir entre un aparecer falso y un aparecer verdadero. A lo largo del diálogo se trata de poner de relieve la distinción entre el aparecer falso de Sócrates, su phántasma, y el verdadero, su condición de distancia, pero siempre desde un punto de vista que le aleja de la inmediatez, situándole en un plano ambiguo. El ser de Sócrates no es más que la ruptura de la inmediatez, de suerte que esa negatividad no puede tener una expresión positiva; de ahí que para hablar de ella haya que referirse a un nivel de consideración distinto, como el de la clarividencia de lo divino, o acudir al lenguaje indirecto de la metáfora. Sócrates no puede aparecer ante los atenienses como él mismo es porque su ser no consiste en algo a lo que le pueda pertenecer un aparecer propio, porque su ser consiste en distanciarse del aparecer mismo. Por eso, la distinción tiene que concluir en fracaso: el phántasma se impone y acaba condenando a Sócrates. De otra forma se superaría la inmediatez, se «aprendería» la distinción y el examen socrático se tornaría superfluo. Pero no es así y el diálogo regresa en su final a esa situación inmediata en la que la distinción está por hacerse. No de otra manera concluía la narración general del examen socrático de los sabios de la pólis, esa representación esquemática de la conducta cotidiana de Sócrates, esto es, de lo que ocurre en todo dialogo: Sócrates interroga, distingue, y la conversación termina retornando a la inmediatez de partida. En cuanto distancia que se ejerce, Sócrates no llega a conclusiones, no llega a saber nada. Tras su examen, surge una nueva conversación, otro diálogo, en la que se vuelve a realizar el mismo examen, partiendo de la misma situación. (pp. 89-90)

Lucas Díaz López, «¿Quién es el Sócrates de Platón? Una lectura de la Apología de Sócrates«, en: A. Leyte (ed.), La Historia y la nada. 14 ensayos a partir del pensamiento de Felipe Martínez Marzoa, Madrid, 2017, pp. 67-94

Pissarro Calle

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Tesis doctoral (pdf): «Piedad y distancia. Un estudio sobre la Grecia clásica»

Ya está disponible para descargar en la biblioteca digital de la UCM mi tesis doctoral titulada «Piedad y distancia. Un estudio sobre la Grecia clásica», dirigida por la doctora Nuria Sánchez Madrid y defendida el 25 de enero de 2016.  Se trata de una investigación acerca del estatuto del período clásico de la Grecia antigua, con vistas a delimitar la manera de entender las producciones textuales de Platón y Aristóteles desde su propio contexto simbólico de surgimiento. Para ello, en el primer capítulo se dibuja el horizonte (la contraposición mito-logos) desde el cual, a partir del siglo XIX fundamentalmente, comprendemos ese periodo histórico, y se señalan los límites de una interpretación semejante. A continuación, de la mano de Homero, Hesíodo, Solón y Heródoto, se ejecuta una lectura de la Grecia arcaica que eluda esas categorías modernas  y permita acceder a los problemas y planteamientos específicos de la época. En contraste con su pasado arcaico, pero surgiendo de él y sin tener sentido sin él, el periodo clásico emerge así con una luz específica que permite subrayar sus principales líneas de tensión, así como la problemática que impulsa las obras de Platón y Aristóteles.

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Descargar tesis doctoral (pdf): Lucas Díaz López, «Piedad y distancia. Un estudio sobre la Grecia clásica»

Como la entrega de la tesis fue un poco apresurada y accidentada, tuve tiempo después de corregir algunas de las erratas más graves del texto que envié a la universidad. Dejo por aquí el archivo con las correcciones, siempre teniendo en cuenta que el documento oficial es el que se encuentra arriba enlazado.

Descargar tesis doctoral (pdf, con menos erratas): Tesis Lucas Díaz López

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Introducción

El presente trabajo se concibe como un intento de corresponder a una exigencia histórica. En base a las investigaciones actuales en torno a la comprensión y la historicidad, no puede aceptarse una clave de lectura del pasado que proyecte ingenuamente sus categorías sobre él. Tales prácticas, en efecto, corresponden a una situación distinta de la que nos encontramos y heredan de ella mecanismos que hoy consideramos injustos y perjudiciales. De lo que se trata, pues, es de ensayar un acercamiento al pasado que no lo reduzca a una anticipación del presente sino que lo entienda como lo que es dejado atrás, como la diferencia que hace que el presente resalte en su especificidad diferencial. En este sentido, la lectura de Grecia que se desarrolla a lo largo de este trabajo busca corresponder con esta situación hermenéutica.

Objetivos

Por medio de la investigación que aquí presento se persigue, en última instancia, una reinterpretación de nuestra situación actual, ya que los modos de explicación acordes con la perspectiva histórica exigen una comprensión del presente a partir de su formación y orígenes históricos. En este sentido, si bien la vocación inmediata del trabajo se dirige al ámbito de la filosofía antigua, sin embargo, no se ha perdido de vista esta dimensión autocomprensiva presente en toda comprensión. La lectura de la Grecia clásica que busca desarrollar este trabajo tiene, así, dos objetivos, solidarios entre sí. Por un lado, se trata de plantear un acercamiento a este periodo histórico que lo comprenda desde sí mismo, atendiendo a su contexto específico de surgimiento y rechazando las dinámicas de apropiación de los mecanismos identitarios que, extrapolando anacrónicamente nuestras categorizaciones, buscan darles una consistencia que no presentan de suyo. Este planteamiento de una nueva lectura de la Grecia clásica se compadece, por otro lado, con un proyecto de crítica de la tradición: en efecto, desarticular esas dinámicas identitarias supone romper con las inercias de nuestra tradición que las hacen posibles. Por ello, durante el desarrollo de la interpretación se pondrá el acento en mostrar la distancia que separa esa lectura de otras que, desde el siglo XIX, se han instituido como canónicas.

Resultados

La ejecución de este proyecto ha arrojado el resultado de señalar a la “piedad” griega como fundamento del peculiar desarrollo de ese mundo histórico. Son los códigos y las prácticas de la piedad las que permitieron a los autores griegos más destacados hacer lo que hicieron. Desde la poesía homérica a la Historia de Heródoto o los diálogos de Platón, pasando por el asentamiento de las comunidades griegas bajo la forma de la pólis, todos estos hitos de la historia griega cobran su sentido específico dentro del contexto piadoso en el que se desenvuelven. Esto supone cortar de raíz con la representación canónica del surgimiento en Grecia de una racionalidad virtualmente secularizada que se correspondería, aunque en forma limitada, con la racionalidad moderna. Una lectura en términos de “paso del mito al logos”, pues, queda desautorizada desde el momento en que no atiende al contexto histórico específico y busca confirmar las representaciones dominantes por medio de su superposición anacrónica en el pasado.

Conclusiones

Una historia de la filosofía que tenga la altura que exige nuestra situación histórica no debe ver en el pasado la justificación del presente. Solo así se hace patente la especificidad de lo que nuestro presente es. Cuando se proyecta, por ejemplo, la racionalidad como clave de lectura del periodo griego se pierde de vista la absoluta excepcionalidad en la que consiste ese fenómeno moderno, naturalizándolo y asignándolo a una concepción metafísica del hombre. Desde una perspectiva genuinamente histórica, pues, la única manera de afrontar lo que hoy somos pasa por entender la finitud de nuestro modo de comprender el mundo. Solo de esta forma, por lo demás, las exigencias de nuestra época se nos presentan como tales.

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