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Libro: H. Fränkel, «Poesía y Filosofía de la Grecia Arcaica»

Reblogueo por aquí la reseña de libro de Fränkel que hice en el blog Efímero.

Efímero

Fnakel Poesía y FilosofíaEn este libro, Hermann Fränkel aborda el desarrollo del pensamiento griego arcaico a través de sus textos, iniciando el análisis con Homero y finalizando con Pindaro. En ese arco se dibuja el perfil de una época concreta que siempre ha sido subestimada en favor de la época clásica que ayudó a preparar. Fränkel estudia los textos de los poetas y pensadores arcaicos tratando de quitarles esa impronta de antecesores e intentando comprenderlos desde sí mismos, como expresión de un momento de la evolución del pensamiento griego. El libro deviene así un estudio pormenorizado de la lírica griega arcaica, que se contextualiza y se contrapone a la épica anterior y que se conjuga con el surgimiento de nuevas esferas cognoscitivas como la medicina, la geografía o la física. Las fronteras entre «filosofía» y «poesía» se ponen en cuestión, dada la retroalimentación, cuando no identificación, entre ambas. El tramo final dedica un…

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La memoria poética en la Grecia arcaica (M. Detienne)

Pero, ¿es la memoria de los poetas una función psicológica orientada como la nuestra? Las investigaciones de J.-P. Vernant nos permiten afirmar que la memoria divinizada de los griegos no responde en modo alguno a los mismos fines que la nuestra; no tiende, en absoluto, a reconstruir el pasado según una perspectiva temporal. La memoria sacralizada es, en primer lugar, un privilegio de determinados grupos de hombres constituidos en hermandades: como tal, se diferencia radicalmente del poder de acordarse de los otros individuos. en estos mediosde poetas inspirados, la memoria es una omnisciencia de carácter adivinatorio; defínese, como el saber mántico, por la fórmula «lo que es, lo que será, lo que fue». Mediante su memoria, el poeta accede directamente a través de una visión personal, a los acontecimientos que evoca; tiene el privilegio de ponerse en contacto con el otro mundo. Su memoria le permite «descifrar lo invisible». La memoria no es solamente, pues, el soporte material de la palabra cantada, la función psicológica en la que se apoya la técnica formularia, es también, y sobre todo, la potencia religiosa que confiere al verbo poético el estatuto de palabra mágico-religiosa. En efecto: la palabra cantada, pronunciada por un poeta dotado con un don de videncia, es una palabra eficaz; insituye por virtud propia un mundo simbólico-religioso que es lo real mismo.

M. Detienne, Los maestros de verdad en la Grecia arcaica, Taurus, pp. 26-27.

Kahlo My nurse and I

Anteriores post relacionados:
Los dioses y la épica, 11-05-2011.
Píndaro, el poeta y la transgresión, 06-07-2011.
The poet and his muse, 01-11-2012.
La “fama” en la Grecia arcaica (minipost), 17-12-2012.

 
 

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De inocencias triviales

«Los conceptos que empleamos o tesis que formulamos atendiendo a las palabras de un poema, no pueden en modo alguno tener la pretensión de exponer el «sentido» del poema mismo, ni mucho menos el «pensamiento» del poeta. Son conceptos o tesis que nosotros necesitamos sólo para poder en última instancia prescindir de todo ello y simplemente escuchar o decir el poema. Ahora bien, en efecto necesitamos de todo eso, porque la lectura inmediata, presuntamente aconceptual, es en realidad la más conceptual de todas, sólo que sus conceptos son los de la pura banalidad y por eso no se hacen notar como tales; justamente para evitar esa conceptualidad trivial, es preciso todo el trabajo de la «interpretación», el cual, por lo tanto, no tiene como función instaurar otra conceptualidad, que fuese la buena, sino desaparecer y dejar estar pura y simplemente el poema. La inocencia que vale es la que está al final; la del principio es un pseudónimo de la trivialidad».

F. Martínez Marzoa, De Kant a Hölderlin, pp. 123-124.

 
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Publicado por en enero 3, 2012 en Hermenéutica, Materiales

 

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Píndaro, el poeta, la transgresión.

Pero ella amaba lo ausente. Tales cosas también muchos padecieron.
Hay un linaje entre los hombres, el más vano de todos.
Cualquiera que, avergonzándose de lo propio, lo lejano busca con la mirada,
persiguiendo vanidades con esperanzas incumplibles.
Esta gran infatuación obtuvo
la pretensión de Corónide, de bello vestido.

«La transgresión de las costumbres que vinculan a una muchacha no casada pero en edad de matrimonio –costumbres que harían de Corónide una mujer estabilizada y arraigada– se resuelve aquí en la sola fórmula «pero ella deseaba cosas distantes, cosas que no están disponibles ni presentes». Corónide pertenece a esa estirpe de seres que rompen con lo familiar y cercano en busca de lo extraño y lejano; seres que persiguen con la mirada algo que queda siempre más allá (πόόρσω: v. 22), siendo por ello los más fútiles y fatuos entre los mortales. En ceguera –ofuscación, obnubilación, obcecación: ἄτη, v. 24– no tardó en mudarse la obstinación (λῆμα: v. 25) de Corónide: Ártemis la lanzó a la desgracia. En este sentido puede descubrirse quizá un cierto final trágico en el decir de Corónide, pues «tragedia» es precisamente disolución de la desmesura en finitud y diferencia (abrirse demasiado a lo divino comporta para el mortal, siempre, una aproximación que no puede consumarse). El golpe certero de Apolo –el mismo golpe que en la Ilíada pone freno a la ciega carrera de Patroclo– funda aniquilando la dualidad insuperable de mortal y dios, de ahí que, si a veces se dice que el poeta media entre las esferas divina y humana, no por ello deja de ser cierto que la mediación que efectúa es en todo caso separación estricta: el poeta nombra y acerca lo divino sólo para dejar ver una y otra vez su distancia insuperable.»

A. Míguez Barciela, “Píndaro y el límite de la abundancia”, Myrtia 25 (2010), pp. 28-29.

 

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La poesía, el mito y el surgimiento de la retórica.

No deja de ser curioso observar cómo la técnica de los poetas inspirados del espacio social «mítico-mágico», a pesar de estar objetivamente al servicio de la repetición de la identidad, era ya –inconscientemente– un arsenal de mecanismos para la producción de diferencias. (…) El poeta va innovando a medida que olvida, pero las innovaciones son selectivas. Así, el mitólogo no relata una «historia que viene del pasado»; inventa, pero pasa de contrabando sus innovaciones recubriéndolas con el prestigioso barniz de la tradición arcaica, haciéndolas escuchar como si se tratase de «lo que siempre se ha dicho». Así se explica que, una vez liberados –por la escritura y la ciudad– del espacio «mítico-mágico», estos procedimientos pudieran ser deliberadamente empleados para la fabricación indiscriminada de diferencias en un tipo de discurso retórico o sofístico que pertenece por antonomasia al campo pragmático de la palabra que, más que decir cosas, hace cosas –con palabras.

J. L. Pardo, La Metafísica. Preguntas sin respuesta y problemas sin solución, p. 51-52.

Anteriores post relacionados:
Paradoja (de la) retórica, 16-6-2011.

 
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Publicado por en junio 27, 2011 en Cosas de Grecia, Materiales

 

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