(Cosas que se desprenden, por reformuladas, por redundantes, del artículo en que ando trabajando.)
Lo primero que, desde un punto de vista narrativo-formal, salta a la vista en el Parménides de Platón es que la conversación filosóficamente relevante, la que se produce entre Zenón, Sócrates, Parménides y Aristóteles, no se realiza en un nivel dialógico primario, sino que es contada a través de una cadena de narradores que, por así decir, la actualizan ante nuestros ojos. Lo que actúa como nivel dialógico primario, como el “ahora” del relato, es el “monólogo” de Céfalo, dirigido a un “interlocutor anónimo mudo”. Es esta una situación “dialógica” especial, que se repite en otros diálogos narrativos, como en La República, donde es Sócrates el narrador de “lo que pasó ayer”. Es obvio, sin embargo, que la “acción”, el “hoy” de estos diálogos, es el acto monológico del narrador (Céfalo, Sócrates) y no lo narrado por éste, que se nos presenta más bien a la manera de un relato analéptico.
En otro plano, habría que situar el nivel que llamaríamos “literario”, esto es, donde el texto platónico aparece como un texto escrito por un autor –Platón– para unos lectores –“nosotros”–. Este nivel queda por fuera del relato y, por supuesto, de la cadena narrativa, dado que, en último término, la entera cadena de transmisión es un producto literario de Platón. En esto un diálogo enmarcado narrativamente no difiere de la presentación “simple” de un diálogo que no contenga estratos narrativos, como por ejemplo el Ión. La pregunta por la forma que quiere hacerse cargo del factor “Platón” es una pregunta por el diálogo mismo, no ya por el carácter diegético de algunos de ellos.
Nos limitaremos, pues, a centrar la cuestión en por qué la conversación filosóficamente relevante no se presenta en el nivel dialógico primario, esto es, por qué en el caso del Parménides lo que se nos quiere contar se halla mediado por un entramado narrativo complejo, por qué se nos presenta indirectamente la narración del encuentro entre Sócrates y Parménides.
(…)
Una manera usual de entender este mecanismo de presentación es la de considerarlo como un mero efecto estético, un adorno o, en fin, una muestra de las habilidades literario-artísticas de Platón. El problema de esta perspectiva no es sólo el anacronismo de proyectar determinadas valoraciones estéticas sobre un texto que no tiene por qué someterse a esos criterios, sino que ni siquiera responde a la pregunta por la peculiaridad de estos diálogos: ¿por qué el Parménides o el Fedón se nos presentan con ese “cuidado” literario? ¿Por qué estos diálogos y no otros? Y es evidente que, si la respuesta quisiera trascender el terreno de lo arbitrario, debería apelar a una serie de criterios no estéticos, que serán en ese caso los criterios hermenéuticos relevantes. De este modo, la hipótesis de relevancia de la forma debe anteponerse hermeneúticamente a la hipótesis esteticista, dado que la engloba y exige por tanto un tratamiento previo. La hipótesis estética estricta puesto que abandona o trivializa este preguntar por la forma, ha de ser la última hipótesis a considerar. Es necesario explorar el resto de vías antes de recurrir a la arbitrariedad.
Anteriores post relacionados:
–La insuficiencia de un acercamiento estético a los marcos narrativos de los diálogos platónicos, 27-09-2011.